Ciertamente el Sr. De la Rosa no deja de sorprender. Gesto amable y mirada aparentemente sincera que no hace sospechar que en el fondo, como todo socialista, Daniel está convencido que el fin justifica los medios, aunque estos últimos sean la mentira y saltarse la norma si lo requiere “su” interés general. El estado de derecho es ahora aquel en el que él hace y deshace, y en el que se crece al verse avalado por el silencio cómplice de quienes le protegen.
Daniel, al igual que todos los que sustentan el puño y la rosa, confunden su interés con el interés general y se creen legitimados, como los reyes absolutistas, para imponer su voluntad; voluntad que en sus delirios de soberbia confunden con la del pueblo, que para eso son socialistas. Y ya está.
En el fondo Daniel nunca entendió lo que era la democracia, y así nos va en el Ayuntamiento de Burgos: conductas irregulares, ilegales y despóticas que a nadie parecen llamar en exceso la atención porque a un socialista se le perdona todo, incluso saltarse la legalidad. Y sin rubor, ¡eh!, que ya tienen el rojo subido.
Daniel ya no tiene quien le tosa. Deseó tanto ser alcalde que se considera ungido por el pueblo para hacer y deshacer en su propio beneficio. En una mano, la rosa, y en la otra, el puño en alto, como siempre le gustó.
Ahora que de forma inquisitoria ha conseguido a base de toscos informes, que todo el poder esté en su puño, ya nadie parará sus deseos. Ya puede despreciar a quien pretenda su control. ¿Quién puede hablar de bloqueo?
Su gobierno paralizará la ciudad enredado en sus propias incoherencias y en su prepotencia, y será el ancla que nos hunda. El será desde su solitaria atalaya el único culpable. Rosa marchita y puño en alto.
Grupo Municipal Partido Popular Burgos