Periódico Gente Burgos (viernes, 3 de julio de 2020)
De la Rosa carece del liderazgo que exige la figura de un alcalde. Algunos ya lo sabíamos; otros, sus socios preferentes, lo están descubriendo y suben el listón de las exigencias. Mientras esto sucede el desgobierno se cuela por las rendijas de la gestión municipal haciéndose cada día más evidente. La única hoja de ruta de nuestro alcalde es la rectificación continua.
El ego de Daniel le hace olvidar los compromisos que le mantienen en el sillón consistorial -Marañón ya se lo ha recordado-, mientras que su inconsciencia le lleva a despreciar las normas porque es evidente que se hicieron para los que no tienen carné de socialista. Daniel todavía no ha aprendido que no se puede gobernar dibujando constantemente con el dedo la sombra de la ilegalidad.
Sumido en la desorientación se ha refugiado en los escenarios virtuales de las redes sociales desde las que imparte “moralina” y diluye responsabilidades, y en los que para ser asertivo hace un uso proverbial y repetitivo del “tomo nota” que solo ha sido superado por la interpretación de Paco Rabal en el papel del torero Juncal.
Los burgaleses, abrumados por la experiencia que ha supuesto la irrupción de la COVID-19 en nuestras vidas, todavía no perciben el descontrol con el que se desarrolla la actividad municipal, pero los que vivimos de cerca su día a día somos conscientes de la paralización en la que estamos inmersos. Los datos son incontestables.
Es evidente que las promesas de Daniel de la Rosa se desvanecen y muchas preguntas quedan en el aire esperando un tuit que marque el camino de la acción municipal. ¿Qué pasará con El Plantío y su intento de concesión a 40 años? ¿Qué ocurre con el cambio del mapa de líneas de autobús que el PSOE exigía y para el que todo quedó lanzado hace un año? ¿Por qué no tenemos en un verano crucial para el turismo ni albergue de juventud ni de peregrinos, ni tren turístico, ni plan de choque para la reactivación del sector? Son algunos de los últimos interrogantes que De la Rosa no sabe resolver.
Si nos centramos en la realidad de cada día les puedo decir que prácticamente la totalidad del mantenimiento e importantes servicios de la ciudad está sin contrato y en una situación de absoluta excepcionalidad. Descontrol sin precedentes para el que un año después no hay a quien culpar. Sólo queda aceptar la realidad de la inacción municipal.
Cuando paseen por la ciudad los próximos meses y vean cómo culminan las obras de La Quinta, de la Avenida del Arlanzón, de Capiscol o en el Monasterio de San Juan recuerden que se deben exclusivamente al impulso del PP mientras gobernó. Son fruto de la irrepetible capacidad de anteponer el interés de la ciudad al propio. Por eso estoy orgullosa de una ciudad que supo seguir creciendo y liderando en tiempos de crisis con un gobierno en minoría del PP que olvidó egos para entenderse con el principal partido de la oposición. Entonces lo importante eran los pactos de ciudad. En ellos seguimos creyendo.
Lamentablemente, de seguir con el desgobierno del PSOE acabaremos con una ciudad paralizada y abandonada a su suerte. Los burgaleses no pueden permitirse el gobierno del “tomo nota” de Daniel de la Rosa.
Es necesaria una alternativa que sepa encauzar cualquier escenario sin artificios ni sobreactuaciones. Una alternativa que no necesite autodenominarse de “progreso” porque no precise convencer de lo evidente. Una alternativa que surja de la responsabilidad de quienes compartan una visión de ciudad y sean conscientes de la necesidad de pactar y de trabajar por un destino común que haga Burgos especial, único e irrepetible.
En definitiva, se necesita un pacto de ciudad que piense en presente y en futuro. Se necesita un presupuesto que lo haga posible. Se necesita liderazgo. Se necesita gobierno. Se necesita un alcalde.